sábado, 20 de septiembre de 2014

Detour (El desvío)

Solo te tienes que distraer un segundo. Lo que dura un parpadeo a destiempo, un aleteo de mariposa. La carretera es así. Pierdes la concentración un momento y cuando te quieres dar cuenta te has saltado el desvío a la autovía y tienes que seguir por la nacional otros veinte minutos.
En el cruce de la Espiñeira me despisté por una Berlingo blanca que llevaba detrás y tardó demasiado en frenar y también porque en general tiendo a hacer cosas así, para ser franco. Me incorporé a la carretera hacia la derecha, en dirección a Lugo, en lugar de meterme en el otro sentido para coger la autovía.
Iba distraído, pensando en un artículo muy curioso que acababa de leer sobre la muerte del capitán Scott, pero no tengo excusa. He hecho ese camino cientos de veces. Me fastidió bastante, me parecía mentira haberme equivocado en algo tan obvio.
Traté de dar la vuelta, pero los apartaderos que fui encontrando eran demasiado pequeños o estaban en curva, o justo se me acababa de pegar un coche detrás o eran perfectamente válidos, en plena recta, con visibilidad y nadie detrás y el cielo azul con un arco iris señalándome el camino, pero para cuando me di cuenta de todo eso ya estaba pasando de largo.
Mi frustración aumentaba por momentos. Iba pegando frenazos y acelerones, preguntándome si podría dar la vuelta o meterme por alguna carretera secundaria que fuese a dar a la autovía… El caso es que iba a Lugo de todas formas, así que la nacional me servía perfectamente. Además, en aquel momento la autovía todavía no estaba completa, había un par de tramos cerrados, incluso aunque consiguiese meterme en ella tendría que salir en Mondoñedo, y prácticamente estaba llegando de todas formas.
Pero ya me había hecho a la idea, y no me la podía sacar de la cabeza. Iba en la dirección equivocada. Estaba tan cabreado conmigo mismo que apagué la radio. No es mucho, la verdad. En el momento me apetecía ponerme a gritar, pegarle a un saco de boxeo, apuñalar un pollo de goma con una polea. Pero si vas conduciendo te tienes que exasperar bajito, sin aspavientos y agarrando el volante a las nueve y cuarto; lo cual irónicamente es frustrante de por sí, aunque en el momento no te des cuenta. Con el tiempo, por suerte, se te acaba cayendo encima la resignación, como una manta pesada sobre la cabeza.
Abrigado por mi recién adquirida resignación seguí camino, y crucé Villamar sin que se me ocurriese dar la vuelta en la entrada de la casa de mi tía. Iba a cumplir mi condena. Me quedaban diez kilómetros hasta Mondoñedo, solo tenía que sentarme bien en el asiento, pensar en otra cosa, y seguir adelante.
Me falta información sobre Scott para saber si Robin McKie tiene razón. Escribo esto y me doy cuenta de que estoy metiéndome por otro desvío sin saber muy bien dónde acaba. Supongo que tiendo a hacer cosas así. Pero el artículo me resulta curioso: para defender a Scott, al que a menudo se acusa de incompetente, McKie dibuja una línea zigzagueante de causas y consecuencias que tarda varios años en producirse y atraviesa el globo de punta a punta. Me parece demasiado alambicada para creer en ella, pero me resulta divertida.
Iba pensando en esto cuando vi de refilón un cartel azul de desvío, justo al salir del puente de Vilanova. Estaba a punto de llegar al final del último tramo abierto, calculé mentalmente que me quedaría como mucho medio minuto de autovía antes de que me echase; y me había prometido dejarme de tonterías e ir por carretera. Pero decidí coger el desvío, de todas formas. Era una cuestión de orgullo.
Con una rapidez extraña en mí terminé de hacer mis cálculos mentales, puse el intermitente, me coloqué en el carril de la derecha, frené, reduje marcha, encendí la radio para ocupar la mano izquierda mientras hacía el juego de pies de frenar y embragar, y después reduje otra marcha. Me tomé un momento para apreciar la eficiencia y la coordinación de mis movimientos y para sentirme, en general, satisfecho conmigo mismo, y me dispuse a recorrer mis merecidos 400 metros de autovía non-fucking-chalantly, besando bebés y saludando por la ventana del coche como un Papa.

Continuación en el capítulo siguiente
Versión en gallego

REFERENCIAS
 

No hay comentarios: