sábado, 16 de febrero de 2008

Vila-Matas: Un juego

Para empezar en serio de una vez por todas, supongo que tendré que confesarme: veréis, quiero que juguemos a que soy un escritor.
Yo jugaré, aunque sea solo, a verme como un irredento letraherido, un lúcido escritor con algo que decir y con talento para hacerlo. Por ejemplo, en breve planeo reflexionar sobre el estado de la literatura, los topos de Pico, la carretera perdida, Nosferatu, y otros asuntos de interés.
A ver si lo explico bien: no voy a ser un escritor cualquiera, jugaré a que soy Vila-Matas. (¿Que no lo conocéis? Mejor, no lo hagáis: soy egoista y lo quiero para mí solo). Os contaré de vez en cuando mis anécdotas de joven aspirante a escritor viviendo una vida bohemia, y quizás consiga confesaros alguna vez, en serio y contundentemente, mi mal de Montano y, en fin, trataré de contaros todas las mentiras del mundo para deciros la verdad.
Más que un juego, para mí esto representa un desafío. Quizáis lo entendáis si abro al azar algún libro de Vila-Matas y os leo algo en voz alta. Por ejemplo:
"A comienzos del siglo XXI, como si mis pasos llevaran el ritmo de los conjuradosde la muralla china, noto el frío habitual de estas horas y de esta época en esta casa y me enciendo la estufa y me cubro los hombros con un chal y deambulo mentalmente con los ojos cerrados y me pregunto qué llevo en mí de desconocido. Estoy en mi casa, pero también en una carretera perdida. Con mis hogareños jarrones, pero frente al abismo. Llamadme Walser"
¿Comprendéis ahora contra quién compito?
Por vuestra parte, si estáis ahí, si tenéis ganas, también para vosotros hay un desafío que podréis aceptar. Os pido que me creáis y me déis la razón como a un loco, os pido que me admiréis en secreto, y que, desde vuestra casa, me acompañéis a las carreteras perdidas donde da el sol todo el día.... y ya no sé si me explico, pero quiero aclarar que os pido que me dejéis jugar y chapotear en el agua aquí en la orilla, donde estoy lejos de peligro y no molesto a nadie, para que así pueda seguir pareciendo ahí fuera la persona normal que todos sabéis que soy.
Acabo de traicionar a Vila-Matas invocando la angustia del escritor, pero le prometo mentalmente que es la última vez. Sólo quería dejar esto claro.
Los que habéis llegado hasta este párrafo, mojados hasta las rodillas, todavía no tendréis muy claro cómo quiero que juguéis a mi juego, qué tenéis, por ejemplo, que hacer, la próxima vez que me veáis...
Me acuerdo de Gombrowicz: "Si queréis expresar que os gustó mi obra, tocad sencillamente, al verme, vuestra oreja derecha". También de Kafka, en una carta a Max Brod: "No debes decir que me comprendes".
Bueno, yo lo dejo a vuestra elección. Aunque también es cierto que una parte de mí, supongo que será la vanidad, está deseando acabar este texto con una frase: "Llamadme Vila-Matas"
- Llamadme Vila-Matas

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